
El arte y la belleza de Cartagena de Indias a través de uno de sus medios de referencia: Cultura Viva. Una entrevista llena de magníficos titulares a Jonás Almanza, su alma mater, para descubrir su visión sobre la comunicación y el compromiso social a través de la diversidad cultural, la fusión entre tradición y nuevas tecnologías y, por supuesto, los rincones secretos y más apetecibles de Cartagena de Indias. ¡Bienvenidos!
Cultura Viva, cuéntanos más sobre este maravilloso proyecto: cuándo nace, qué objetivos persigue, quiénes lo lideran.
Cultura Viva nace de una necesidad humana. Después de trabajar en varios medios de comunicación en Cartagena donde predominaban las noticias negativas —violencia, robos, desempleo—, sentí que hacía falta contar otro tipo de historias.
Junto con mi compañera Angie Luna, decidimos crear un medio diferente, que no tuviera ese enfoque convencional, sino que hablara de lo positivo, de lo invisible, de lo que resiste. Y al comenzar a investigar descubrimos que la cultura lo atraviesa todo: desde cómo caminamos hasta cómo hacemos política.
Nos enfocamos en esa cultura que no siempre sale en la agenda de los grandes medios. Y no es fácil. Hay poco apoyo, recortes presupuestales, precariedad en el sector artístico… pero, justamente, por eso hay que resistir.
¿Cómo te inicias en el mundo de la comunicación?
Todo empezó en el pueblo donde crecí. Dos de mis tíos eran apasionados por la locución y en una época montaron una pequeña emisora muy improvisada, algo que no tenía más de 10 metros a la redonda. Yo tenía 7 años y me parecía mágico que lo que ellos hablaban se pudiera escuchar en diferentes radios. La gente del pueblo se reunía alrededor de la casa para escuchar las noticias y la música. También influyó mucho que en Los Cayitos, el pueblo de mis abuelos, no había mucha tecnología ni nternet. Ver los noticieros era parte de la rutina diaria, y me impactaban mucho esos periodistas que se metían en zonas de peligro o que mostraban personas y territorios que de otra manera no conoceríamos.
Uno de los periodistas que marcó mi camino fue Ernesto McCausland, con sus crónicas del Caribe. Él sembró la semilla de lo que hoy es «Cultura Viva»: un medio digital que apuesta por una mirada cultural desde lo ancestral, lo antropológico y lo popular, resistiendo al olvido impuesto por las grandes industrias.

¿Qué valores distinguen al comunicador social?
Hay valores universales que todos deberíamos tener, como la honestidad, el respeto y la responsabilidad. Pero en comunicación hay uno que pesa más: la búsqueda de la verdad.
Parece sencillo, pero no lo es. La verdad puede tener muchas caras según quién la cuente. Por eso, el comunicador debe ser paciente, tomarse el tiempo para investigar y entregar algo bien hecho, aunque se demore. La inmediatez no siempre es sinónimo de calidad.
También hay un compromiso con quienes no tienen voz, con las personas víctimas de las injusticias. Nuestra labor es hacer visibles esas historias.
¿Qué retos crees que tiene la comunicación en época de la inteligencia artificial?
La inteligencia artificial no debe verse como un obstáculo, sino como una oportunidad. Frenarla no tiene sentido; lo que toca es adaptarse. Lo difícil es asumir que las cosas están cambiando, que las herramientas y los lenguajes se transforman. Pero mientras no perdamos la esencia, mientras mantengamos los valores y el compromiso con las personas, la comunicación seguirá viva.
Yo veo la IA como una aliada que nos puede ayudar en tareas repetitivas o técnicas, para que nosotros como comunicadores tengamos más tiempo para pensar, crear y escuchar.
¿Crees que la cultura está más viva que nunca en época de nuevas tecnologías? ¿Es un nuevo renacer? ¿Qué retos y qué oportunidades crees que brindan?
Sí, siento que la tecnología ha sido una gran aliada de la cultura. Gracias a internet y las redes, muchos artistas, músicos y gestores han podido visibilizar su trabajo, conectar con públicos nuevos, recibir apoyo o inversión.
Han nacido subculturas, se han globalizado expresiones artísticas que antes no salían de sus territorios. El lado negativo está en el riesgo de homogeneizar todo. Por eso, tenemos una gran responsabilidad: preservar nuestras raíces mientras nos adaptamos. No podemos negar el presente, pero tampoco podemos olvidar quiénes somos.
¿Cómo se vive y se manifiesta la fusión entre tradición y modernidad en Cartagena?
Cartagena es una ciudad que respira tradición en cada esquina, pero que al mismo tiempo se reinventa todos los días. Caminar por el Centro Histórico es viajar al pasado colonial, pero basta con cruzar a Getsemaní para encontrarte con murales urbanos, colectivos artísticos y jóvenes creando nuevas narrativas desde lo contemporáneo.
Esa fusión se ve en la música —donde el bullerengue y el afrobeat dialogan con el rap o el reguetón consciente—, en la gastronomía, en los festivales, en los mercados populares, en los nuevos medios como Cultura Viva, que mezcla herramientas digitales con saberes ancestrales. No siempre es una convivencia fácil, claro está. A veces la modernidad amenaza con borrar lo tradicional, pero ahí es donde entran la memoria y la resistencia. Es una danza constante entre lo que fuimos, lo que somos y lo que queremos ser.
Cuando visitemos Cartagena de Indias, ¿qué paradas obligatorias nos recomiendas visitar?
No puede faltar el Castillo de San Felipe, las murallas, el Centro Histórico, Getsemaní, la Plaza de la Trinidad y el Museo Histórico.
También recomiendo cruzar al barrio de La Matuna, comer en alguna plaza popular, escuchar tambores en la calle, probar un buen arroz de mariscos en la Calle del Pozo o una cocada en la Plaza de los Coches.
¿Y rincones secretos en Cartagena…?
Hay muchos. El barrio Lo Amador, donde nació el Cabildo de Getsemaní; el Cerro de La Popa visto desde las historias que cuentan sus vecinos; el Museo Casa Rafael Núñez, que guarda un aire distinto; o ciertos cafés escondidos donde se reúnen músicos y poetas lejos del ruido turístico.
Y si hablamos de mar, hay playas en Bocachica o Tierra Bomba donde el alma del Caribe sigue intacta: arroz de cangrejo, tambor y leyendas. Esos son los lugares donde realmente se entiende lo que es Cartagena.
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